Eran las diez de la noche. Hospitalet estaba iluminada. Iba de camino a casa cuando un policía me dio el alto.
-Bona nit.
-Buenas noches. ¿Qué necesita?
-Su permiso de circulación.
El mosso revisó mis datos.
-Ángela, dígame la verdad ¿Ha bebido usted?
Me encontraba de pie junto a la moto
-Negativo señor agente, no he tomado ni una sola gota de alcohol. Créame, le estoy siendo franca.
-¿Ha consumido algún tipo de estupefacientes señora Ángela?
-Afirmativo señor agente…pero si fuera tan amable de no volver a dirigirse a mí como “señora”, aunque puede seguir tratándome de usted.
-De acuerdo, es justo. Dígame, ha consumido cannabis… ¿puedo llamarla señorita?
-He consumido hierba señor agente. Y no, preferiría que siguiera tratándome de usted sin utilizar ninguno de esos términos como “señora” o “señorita” ¿Acaso le gustaría que yo le llamase de otro modo…
-Romeo a Charlie. ¿Todo bien?
Su radio comenzó a funcionar, era su compañero de trabajo que estaba en el coche.
-…Charlie por ejemplo?
-Aquí Charlie, todo bien Romeo, todo bien.
Me miró a los ojos, separó los labios de la radio y se dirigió a mí nuevamente:
-Ahora no recuerdo lo que tenía que decirle…
-Tienes que decir “cierro”, Charlie. Cierro.
El agente se giró y me dio la espalda:
-Oh, vamos tío, que no estoy intentando ligar con ella. No utilices ahora el TEL (técnica eficaz de ligoteo) Y no vuelvas a decirme “cierro”, ya me ha quedado claro. Cierro.
Volvió a girarse y nuevamente le tenía dándome la cara:
-Disculpe a mi compañero, hoy es su primer día y está emocionadísimo. Pero creo que tendrá que darme todo lo que lleve Ángela. Y también la póliza del seguro y su DNI si es tan amable. Le recuerdo que conducir bajo los efectos psicotrópicos de las drogas también está penalizado.
-Con mucho gusto señor agente. Aquí tiene mi DNI y… un momento que tengo el seguro dentro de la moto…-cogí la llave y abrí el asiento.- Aquí tiene la póliza.
Con un walki-talki diferente del que había utilizado para hablar con su compañero, comprobó los datos que le facilité.
-¿Todo bien Charlie? –pregunté.
-Todo está correcto. Ángela, tendrá usted que darme la marihuana que lleve encima, sino tendré que llamar a una compañera para que la registre.
-No creo que sea necesario llegar a tales extremos Charlie. Muy gustosamente le voy a enseñar qué es lo que llevo encima y podrá usted juzgar, sin necesidad de más agentes policiales, de que, lo que ahora mismo llevo es tan miserable que no valdrá la pena tirarla al suelo, ni multarme por ello. Créame, le estoy siendo franca.
Charlie se me quedó mirando curioso, sabía que iba a hacer todo lo que él dijera, pero que al final, acabaría haciendo lo que yo quisiese.
-Creía haberla recompensado ya por su franqueza.
-Es cierto. Recuerdo que así lo hizo. Pero no me ha recompensado por llevar todos los papeles en norma Charlie. –Metí la mano en mi pequeña riñonera y, le mostré la bolsita de 20gramos de marihuana en el que sólo quedaban restos.-Mire, esto es todo lo que tengo.
-He de decirle Ángela, que cada vez son más los conductores que tienen todos sus papeles en regla, así que, esa excusa, además de abusada, no me sirve.-Cogió la bolsa por una esquina ayudado por el índice y el pulgar. Sacó de su cinturón una pequeña linterna y expuso la bolsa a la luz. – Es cierto, hay realmente muy poco. Aún así, podría multarla simplemente por el hecho de conducir bajo sus efectos. ¿Lo sabe verdad?
-Sí sí, lo sé, lo tengo presente. Pero creo que, es tan poco lo que he consumido, que no me ha hecho perder mi intelecto, sino examine, seguro que mi conversación es la más interesante de toda la noche. Y aunque es su deber multarme, sabe que le estoy diciendo la verdad, le he caído bien y no quiere hacerlo.
Fue la primera vez en toda la conversación que Charlie, el agente, sonrió. Relajó su semblante y su cara era mucho más tierna de lo que daba a mostrar bajo esa fachada de policía implacable. Continué hablando:
-Además, ya habrá comprobado que vivo al cruzar el puente. Sólo me separan de mi casa trescientos metros. Algo menos quizás.
Charlie se quedó pensando. Miró el puente y me miró a mí.
-Está bien Ángela. Ha sido usted honesta conmigo. No ha tratado de engañarme en ningún momento, se ha mostrado dispuesta a colaborar en todo lo que le he pedido, tiene pagado hasta el impuesto de circulación y su moto ha pasado la ITV. No tiene las luces fundidas y los retrovisores mantienen sus espejos, llevaba el casco, circulaba a una velocidad adecuada a la ciudad y todos sus datos son correctos. Soy consciente de que vive muy cerca de aquí, sólo ha de cruzar el puente y es todo recto, que no ha consumido grandes cantidades de cannabis: 1. porque no le queda y 2 porque no veo dañado su intelecto ni sus funciones fisiológicas.–Puso sus brazos en jarras alrededor de su cintura y se acercó intimidatoriamente hacia mí: Conozco el barrio donde vive, mi compañero y yo controlamos esta zona. Reconoceré su moto, que seguramente estará aparcada en la zona habilitada para ciclomotores y no en la acera para los viandantes ¿verdad?
-Desde esta misma noche podrá encontrarla allí Charlie.
Muy a su pesar y a regañadientes, metió la bolsita con los restos que quedaba de marihuana entre los papeles que había requerido anteriormente para identificarme.
-Muy bien Ángela, le devuelvo entonces toda su documentación y la dejo marchar si me promete que no volverá a conducir bajo los efectos secundarios de la marihuana. Y no crea que no nos volveremos a ver más. Me voy a fijar mucho mejor, ahora que la conozco y he mantenido unas palabras con usted.
- Muchas gracias Charlie. Ha sido muy amable conmigo, además de justo. Le prometo que no volverá a suceder. Y sí, la verdad es que espero que nos volvamos a ver, ya que sabe donde vivo. Hasta aquí sigo siéndole franca.
Guardé todos los documentos, me puse el casco y subí a la moto. Hice contacto con la llave y puse el intermitente para incorporarme al tráfico, cuando Charlie me tocó en el hombro:
-Por cierto... Ángela, mi nombre… me llamo Joan. Y me gustaría poder llamarte un día… si tú quieres claro.
Apagué el motor y me quité el casco:
-Vaya… esto sí que no me lo esperaba. –Sonreí complacida.- …Joan… ¡Sí! Me parece una gran idea, podríamos dar un paseo una de estas tares tan agradables de verano.
Le di mi número de teléfono y se lo anotó en su móvil algo ruborizado.
-Bueno…tengo que seguir trabajando. Conduce con mucho cuidado. Espera, que te facilito la incorporación.
Salió a la carretera con el silbato en la boca. Pitó a un conductor solitario que conducía y le dio el alto. Se giró hacía mí, me guiñó un ojo y me cedió el paso.
No podía creerme lo que me acababa de suceder, no sólo me había librado de una multa, o de perder algún punto en el carné de conducir, además me había devuelto la marihuana y me había pedido mi número de teléfono.
Pasé por delante del coche patrulla de su compañero, y mientras conducía miré por mi espejo retrovisor reglamentario para echarle un último vistazo a Joan. Me había caído muy bien, y además era muy guapo. Fijé la vista en la carretera, un vehículo conducía a una gran velocidad por el carril contrario, intenté maniobrar para zafarme del impacto, pero fue demasiado tarde y la colisión fue inminente.
-Bona nit.
-Buenas noches. ¿Qué necesita?
-Su permiso de circulación.
El mosso revisó mis datos.
-Ángela, dígame la verdad ¿Ha bebido usted?
Me encontraba de pie junto a la moto
-Negativo señor agente, no he tomado ni una sola gota de alcohol. Créame, le estoy siendo franca.
-¿Ha consumido algún tipo de estupefacientes señora Ángela?
-Afirmativo señor agente…pero si fuera tan amable de no volver a dirigirse a mí como “señora”, aunque puede seguir tratándome de usted.
-De acuerdo, es justo. Dígame, ha consumido cannabis… ¿puedo llamarla señorita?
-He consumido hierba señor agente. Y no, preferiría que siguiera tratándome de usted sin utilizar ninguno de esos términos como “señora” o “señorita” ¿Acaso le gustaría que yo le llamase de otro modo…
-Romeo a Charlie. ¿Todo bien?
Su radio comenzó a funcionar, era su compañero de trabajo que estaba en el coche.
-…Charlie por ejemplo?
-Aquí Charlie, todo bien Romeo, todo bien.
Me miró a los ojos, separó los labios de la radio y se dirigió a mí nuevamente:
-Ahora no recuerdo lo que tenía que decirle…
-Tienes que decir “cierro”, Charlie. Cierro.
El agente se giró y me dio la espalda:
-Oh, vamos tío, que no estoy intentando ligar con ella. No utilices ahora el TEL (técnica eficaz de ligoteo) Y no vuelvas a decirme “cierro”, ya me ha quedado claro. Cierro.
Volvió a girarse y nuevamente le tenía dándome la cara:
-Disculpe a mi compañero, hoy es su primer día y está emocionadísimo. Pero creo que tendrá que darme todo lo que lleve Ángela. Y también la póliza del seguro y su DNI si es tan amable. Le recuerdo que conducir bajo los efectos psicotrópicos de las drogas también está penalizado.
-Con mucho gusto señor agente. Aquí tiene mi DNI y… un momento que tengo el seguro dentro de la moto…-cogí la llave y abrí el asiento.- Aquí tiene la póliza.
Con un walki-talki diferente del que había utilizado para hablar con su compañero, comprobó los datos que le facilité.
-¿Todo bien Charlie? –pregunté.
-Todo está correcto. Ángela, tendrá usted que darme la marihuana que lleve encima, sino tendré que llamar a una compañera para que la registre.
-No creo que sea necesario llegar a tales extremos Charlie. Muy gustosamente le voy a enseñar qué es lo que llevo encima y podrá usted juzgar, sin necesidad de más agentes policiales, de que, lo que ahora mismo llevo es tan miserable que no valdrá la pena tirarla al suelo, ni multarme por ello. Créame, le estoy siendo franca.
Charlie se me quedó mirando curioso, sabía que iba a hacer todo lo que él dijera, pero que al final, acabaría haciendo lo que yo quisiese.
-Creía haberla recompensado ya por su franqueza.
-Es cierto. Recuerdo que así lo hizo. Pero no me ha recompensado por llevar todos los papeles en norma Charlie. –Metí la mano en mi pequeña riñonera y, le mostré la bolsita de 20gramos de marihuana en el que sólo quedaban restos.-Mire, esto es todo lo que tengo.
-He de decirle Ángela, que cada vez son más los conductores que tienen todos sus papeles en regla, así que, esa excusa, además de abusada, no me sirve.-Cogió la bolsa por una esquina ayudado por el índice y el pulgar. Sacó de su cinturón una pequeña linterna y expuso la bolsa a la luz. – Es cierto, hay realmente muy poco. Aún así, podría multarla simplemente por el hecho de conducir bajo sus efectos. ¿Lo sabe verdad?
-Sí sí, lo sé, lo tengo presente. Pero creo que, es tan poco lo que he consumido, que no me ha hecho perder mi intelecto, sino examine, seguro que mi conversación es la más interesante de toda la noche. Y aunque es su deber multarme, sabe que le estoy diciendo la verdad, le he caído bien y no quiere hacerlo.
Fue la primera vez en toda la conversación que Charlie, el agente, sonrió. Relajó su semblante y su cara era mucho más tierna de lo que daba a mostrar bajo esa fachada de policía implacable. Continué hablando:
-Además, ya habrá comprobado que vivo al cruzar el puente. Sólo me separan de mi casa trescientos metros. Algo menos quizás.
Charlie se quedó pensando. Miró el puente y me miró a mí.
-Está bien Ángela. Ha sido usted honesta conmigo. No ha tratado de engañarme en ningún momento, se ha mostrado dispuesta a colaborar en todo lo que le he pedido, tiene pagado hasta el impuesto de circulación y su moto ha pasado la ITV. No tiene las luces fundidas y los retrovisores mantienen sus espejos, llevaba el casco, circulaba a una velocidad adecuada a la ciudad y todos sus datos son correctos. Soy consciente de que vive muy cerca de aquí, sólo ha de cruzar el puente y es todo recto, que no ha consumido grandes cantidades de cannabis: 1. porque no le queda y 2 porque no veo dañado su intelecto ni sus funciones fisiológicas.–Puso sus brazos en jarras alrededor de su cintura y se acercó intimidatoriamente hacia mí: Conozco el barrio donde vive, mi compañero y yo controlamos esta zona. Reconoceré su moto, que seguramente estará aparcada en la zona habilitada para ciclomotores y no en la acera para los viandantes ¿verdad?
-Desde esta misma noche podrá encontrarla allí Charlie.
Muy a su pesar y a regañadientes, metió la bolsita con los restos que quedaba de marihuana entre los papeles que había requerido anteriormente para identificarme.
-Muy bien Ángela, le devuelvo entonces toda su documentación y la dejo marchar si me promete que no volverá a conducir bajo los efectos secundarios de la marihuana. Y no crea que no nos volveremos a ver más. Me voy a fijar mucho mejor, ahora que la conozco y he mantenido unas palabras con usted.
- Muchas gracias Charlie. Ha sido muy amable conmigo, además de justo. Le prometo que no volverá a suceder. Y sí, la verdad es que espero que nos volvamos a ver, ya que sabe donde vivo. Hasta aquí sigo siéndole franca.
Guardé todos los documentos, me puse el casco y subí a la moto. Hice contacto con la llave y puse el intermitente para incorporarme al tráfico, cuando Charlie me tocó en el hombro:
-Por cierto... Ángela, mi nombre… me llamo Joan. Y me gustaría poder llamarte un día… si tú quieres claro.
Apagué el motor y me quité el casco:
-Vaya… esto sí que no me lo esperaba. –Sonreí complacida.- …Joan… ¡Sí! Me parece una gran idea, podríamos dar un paseo una de estas tares tan agradables de verano.
Le di mi número de teléfono y se lo anotó en su móvil algo ruborizado.
-Bueno…tengo que seguir trabajando. Conduce con mucho cuidado. Espera, que te facilito la incorporación.
Salió a la carretera con el silbato en la boca. Pitó a un conductor solitario que conducía y le dio el alto. Se giró hacía mí, me guiñó un ojo y me cedió el paso.
No podía creerme lo que me acababa de suceder, no sólo me había librado de una multa, o de perder algún punto en el carné de conducir, además me había devuelto la marihuana y me había pedido mi número de teléfono.
Pasé por delante del coche patrulla de su compañero, y mientras conducía miré por mi espejo retrovisor reglamentario para echarle un último vistazo a Joan. Me había caído muy bien, y además era muy guapo. Fijé la vista en la carretera, un vehículo conducía a una gran velocidad por el carril contrario, intenté maniobrar para zafarme del impacto, pero fue demasiado tarde y la colisión fue inminente.

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