miércoles, 21 de mayo de 2008

CONFIANZA

Mardo y Lis eran una pareja atípica para los tiempos que corren. Ambos lo sabían, pero por eso y más, las cosas en su relación como pareja funcionaban a la perfección, siendo sin querer, los más envidiados por unos y los más deseados por otros.
Cuando se conocieron, tanto Mardo como Lis habían aprendido de malas relaciones en el pasado. Ninguno estaba dispuesto a pasar por experiencias similares y sabían que para eso eran necesarios muchos factores que todos sabemos y que normalmente omitimos.


Sabiendo esto, Mardo y Lis se sinceraron mutuamente, y cuando Mardo expuso todo lo que tenía que decir, le tocó el turno a Lis:
- Mardo, cariño, quiero que sepas algunos aspectos de mi vida, que poco a poco irás conociendo, que no sé si con el tiempo a tu lado, yo misma pueda cambiar y ver que no necesito muchas de mis manías, pero que por ahora considero que debes tener en cuenta por lo que pueda ocurrir. ¿Estás preparado?
Mardo asintió esperanzado.
- Allá voy. Sabes que no soy una persona antisocial, pero a veces, tal vez muchas veces, necesito mi espacio. Te explico, no es que me aísle (al menos no en su totalidad) aunque si me gusta pasar algún tiempo conmigo, un tiempo en el que me escucho por dentro, que noto que sigo estando dentro de mí y que las cosas no se me escapan de las manos. ¿Te puedes hacer una idea de a lo que me refiero?
- Creo que hablas de esa vocecita interna.
- A esa misma. Pues en esos momentos, pienso, me escucho, hablo conmigo y a veces cuando me embriaga un sentimiento tan grande que no puedo por menos escucharme, escribo, escribo o dibujo, o pinto, o creo, hago y deshago según me convenga en ese momento. Por lo tanto –dije sacando de mi espalda un pequeño cuaderno- ya se que puede parecer una cursilería o una idea un tanto infantil, pero aquí escribo todo lo que me sucede. Ya sean mis temores, ideas, propósitos, ambiciones, esperanzas, pensamientos… un mundo de historias que me pasan por la cabeza.
- Bueno, todos necesitamos nuestros momentos y tengo que decirte que me parece una muy buena idea todo esto, pero… Ahora que somos pareja, pienso que tal vez también podrías comentar conmigo todo lo que quieras, todas tus inquietudes y miedos, pues no sólo estoy aquí para animarte y apoyarte en todo lo que necesites.
- Lo sé y por eso este cuaderno no nos va a separar, este cuaderno no va a estar escondido, puesto que no tengo nada que esconderte, este cuaderno no es para nada un secreto que tenga que estar en un cofre bajo siete llaves debajo de un río atado a una cadena. Este cuaderno va a estar siempre en mi mesita de noche, como pueden estar mis pendientes, una pulsera, una gomilla del pelo o el móvil. Tú y sólo tú serás el responsable de si quieres leerlo o no. Sabiendo que si lo lees no sólo estarás destruyendo nuestra confianza sino tu propia estima.
- Parece complicado.
- No tiene por qué serlo, simplemente préstale la misma atención que le prestarías a una de mis novelas que siempre suelen estar en la mesita de noche. Por mi parte, pondré gran empeño en contarte todo lo que surja para hacerte partícipe de mis sentimientos.
- ¿Prometido?
- Te lo prometo.

Lis cumplió siempre que le era posible con su promesa, no había barreras, ni tapujos entre ellos, también en parte por el profundo amor que sentía hacia Mardo, aunque cada cierto tiempo (mucho menos que antes) se iba a pasear, libreta en mano, a algún parque tirada en la hierba y cuando llegaba la hora de acostarse dejaba nuevamente la libreta en su mesita de noche.
Así transcurrieron los años, las libretas se amontonaban en la mesita de Lis y para no hacer una pila de ellas, decidió meterlas en una caja de zapatos debajo de la mesita de noche.

Aunque Mardo no sospechaba absolutamente nada de su mujer, un día decidió echarle un vistazo a alguno de esos cuadernos. Al principio un gusanillo le roía el estómago, haciéndole saber que lo que estaba haciendo no estaba prohibido, aunque moralmente se encontraba fatal.
Leyó y leyó, y se fue aficionando a leer los cuadernos de la que ya era su mujer. En ellos no había nada que hablase de supuestas infidelidades, ni hablaba de otros hombres, por hablar no hablaba ni de él, pero le parecía interesante todo lo que escribía y que él no sabía. La mayoría eran proyectos y deseos, pequeños cuentos, nada interesante, pero le fascinaba.
Lis andaba con la mosca detrás de la oreja, pues nunca se encontraba el cuaderno en la posición correcta donde lo dejaba la noche anterior, pero ella no quería creer que Mardo fuese capaz de algo así, no después de tantos años, así que para acabar con sus sospechas decide escribir algo inventado. Día tras día Lis iba escribiendo sobre un supuesto hombre misterioso que acaba cautivándola por completo y que se está debatiendo dejar a Mardo.
La trampa no tarda mucho en dar sus frutos.
Un día al llegar a casa.
- Lis, creo que tenemos que hablar. ¿Hay algo que me tengas que decir?
Ella haciéndose la tonta, hace como la que se lo piensa y luego niega con la cabeza. Entonces él le suelta lo que ella escribió la noche anterior.
- He esperado todo el día de hoy a que tú me digas algo, pero viendo que no dices nada, me temo que tengo que ser yo el que hable con sinceridad: Ayer te vi al salir del trabajo besándote con un hombre.
Lis se lleva las manos a la boca y le dice: Me temo que eso es imposible, yo no me estoy besando con otro hombre que no seas tú. Pero ya que vas a hablar con sinceridad, dime, ¿Cuánto tiempo llevas leyendo mi cuaderno? Todo esto que llevo escribiendo últimamente y que tú has ido absorbiendo como una esponja, no ha sido más que pura invención mía. Tenía sospechas de que estabas leyendo mi cuaderno y como no quería acusarte decidí que tú mismo te delataras. Pero de todas las maneras que podías hacerlo has elegido la peor. Porque en el día que empezaste a leer mi cuaderno, traicionaste nuestra confianza, pero es que además hoy, me has engañado y me has acusado libremente de algo que no he hecho, además has roto una promesa.

Y así, Lis y Mardo comenzaron el declive en su pareja. Una vez la confianza se traiciona, ¿Cómo volver a confiar en esa persona?

1 comentario:

Manuel Rubiales dijo...

Muy bien, niña, muy bien. Te estás creciendo entre las palabras, se te ve cómoda. Vas bien.
Por cierto, ya te he enlazado desde mi página, no había podido hasta ahora, pero por fin lo conseguí.
Vino y besos.