
En un triángulo afectivo siempre sobra un cateto. A corto o a largo plazo, la hipotenusa acaba rechazando uno de los lados, lo que nunca sabe es si elige el correcto.
Y hay miedo. Miedo a hablar y que nuestros oídos estén atentos a todo aquello que decimos.
Miedo a que nuestra mirada distraída, se encuentre en un momento oportuno y consigamos escuchar lo que con voz no decimos, leer sin palabras, resolver problemas aritméticos o descifrar jeroglíficos ininteligibles.
Miedo a que ese momento no llegue nunca y que tú y yo muramos sin haber nacido.
Destruyendo sueños, quemando esperanzas, arrancándole la vida a la semilla para que jamás germine.
Un amor que no da lugar, que no da comienzo y que acaba prematuramente.
Mientras tanto yo, en las silenciosas noches de alcoba, sueño tus besos, imagino tus caricias, invento conversaciones, recuerdo momentos y pienso en tu cara, tu sonrisa, tus ojos, tus labios y tu pelo.
Y cada vez que nos vemos siempre lo mismo, mi boca anhelando unos besos que no llegan, mis manos, deseando crear caricias en tu cuerpo y mi corazón harto de extrañar al tuyo, que camina de la mano de otro.
He descubierto el cateto que sobra. Siempre es el mismo.
Y hay miedo. Miedo a hablar y que nuestros oídos estén atentos a todo aquello que decimos.
Miedo a que nuestra mirada distraída, se encuentre en un momento oportuno y consigamos escuchar lo que con voz no decimos, leer sin palabras, resolver problemas aritméticos o descifrar jeroglíficos ininteligibles.
Miedo a que ese momento no llegue nunca y que tú y yo muramos sin haber nacido.
Destruyendo sueños, quemando esperanzas, arrancándole la vida a la semilla para que jamás germine.
Un amor que no da lugar, que no da comienzo y que acaba prematuramente.
Mientras tanto yo, en las silenciosas noches de alcoba, sueño tus besos, imagino tus caricias, invento conversaciones, recuerdo momentos y pienso en tu cara, tu sonrisa, tus ojos, tus labios y tu pelo.
Y cada vez que nos vemos siempre lo mismo, mi boca anhelando unos besos que no llegan, mis manos, deseando crear caricias en tu cuerpo y mi corazón harto de extrañar al tuyo, que camina de la mano de otro.
He descubierto el cateto que sobra. Siempre es el mismo.
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