Ciertamente la vida es bella, está llena de momentos maravillosos. La gente sonríe a mi alrededor y es feliz. Con la llegada de la primavera, los corazones se alegran, los días son más largos porque el sol tarda más en irse a dormir, la gente busca ropas más ligeras que ponerse para salir, las tensiones suben, los chicos y las chicas se enamoran y la vida es más alegre y divertida.
Para mí, continuamente es invierno. Un invierno crudo, duro y frío invierno, lleno de tempestades, tristeza y amargura.
Mi vida empezó a ser así cuando conocí a Paco. De eso hace ya cuatro años, cuatro años eternos. Cuando nos conocimos todo eran atenciones, cariños, buenos modales y palabras, susurros al oído y besos llenos de amor y de pasión. Actualmente me pega brutales palizas de las que cada vez me cuesta más salir con vida.
Me siento muy pequeña y frágil al lado de mi marido, pero sé perfectamente que el que se siente pequeño e indefenso es él. Tengo tanto miedo de los rumores, de que alguien pueda llamarle la atención por mis moratones, que ya ni salgo de casa. Lo justo para hacer la compra y poco más.
Y sí, sé que la vida es bella, se que la vida está llena de momentos maravillosos, lo sé porque una vez viví esa vida, pero ahora me parecen tan lejanos esos momentos, que apenas los recuerdo.
Una noche, mientras lloraba en el cuarto de baño desnuda, golpeada y violada por mi marido, cogí una cuchilla y estaba dispuesta a quitarme la vida, cuando caí en la cuenta de que yo no quería morir, yo quería vivir, vivir la vida, pero lejos de Paco, quería una vida normal, la vida que puede llevar una mujer normal fuera del maltrato físico y psicológico. Quería ser una mujer libre y encontré una solución.
Al día siguiente, busqué una conexión a Internet, mi salida empezaba por ahí, tenía que buscar un método para acabar con todo esto y la clave estaba en la red, al menos era el único lugar dónde yo pensaba que podría hallarla. No iba a ser fácil salir de todo esto, pero me había llenado de coraje suficiente. No estaba dispuesta a aguantar más humillaciones por su parte, ni una paliza más, ni más huesos fracturados, ni más moratones en mi piel.
Buscando buscando, encontré mi solución a un alto precio, que no me podía permitir pagar por ninguno de los lados. Paco no me permitía trabajar y no disponía de dinero propio, o al menos no del que necesitaba para pagar aquel veneno que prometía la muerte de una persona en treinta días. Tuve que hacer un trabajo sucio del que no me siento muy orgullosa con el pakistaní de la tienda, para que aceptara el paquete con el veneno en su tienda, ya que no podía dejar que me lo enviasen a casa. Pero nada me iba a impedir mi libertad. Costase lo que costase.
Tras unos días llegó el frasco de 20ml, inodoro, incoloro e insípido, una sola gota en cada comida, tres veces al día, pero Paco apenas comía, sólo bebía… 1 gota en cada bebida pensé.
Aquella misma noche, mientras con una mano me desgarraba el útero con sus largas y sucias uñas, le dije que le había comprado un whisky de importación. Me dejó el coño tranquilo y me ordenó que se lo trajese. Me levante y fui a la cocina, le preparé uno bien cargado y me saqué del delantal mi preciado frasquito, esperaba que no supiese a nada y como no había ido a comer por la mañana, pensé en echar un par de gotas. En ese momento, Paco abrió la puerta de la cocina y me vio echándole la gota en el vaso.
- ¿Qué estás haciendo Lucía? ¿Qué es ese frasquito y esas gotitas que le estás echando a mi whisky? ¿Qué quieres envenenarme? ¿Quieres matar a tu marido? ¿Crees que soy estúpido? ¿Desde cuando me compras el whisky? Mujer estúpida, yo, que me parto la espalda trabajando para ti, para que podamos tener una casa juntos, una vida feliz…
- ¡Pero es que yo no soy feliz Paco, no soy feliz a tu lado! ¡Cómo voy a ser feliz con alguien como tú! ¡Bestia!
- ¿Bestia? – Y le pegó un guantazo a su mujer con los nudillos que la estrelló en la pared.- Vuelve a repetir que soy una bestia, verás de lo que es capaz de hacer este animal. Dame ese frasco que tienes ahí.
- No Paco, déjame, no te lo voy a dar. ¡Dejame tranquila!
Paco la cogió por el pelo y le susurró su muerte al oído: -Estoy harto de ti puerca, quieres matar a tu marido, pero antes te quitaré yo la vida, nadie y menos tú va acabar conmigo.
Esta vez Lucía tenía claro que si no se enfrentaba a Paco, jamás iba a ser feliz, su vida acabaría hoy y su plan había terminado nada más empezar.
Paco, estrelló la cabeza de su mujer en la pared y de un puñetazo la mando al duro suelo de la cocina, Lucía luchó por ponerse en pie, la cogió de la muñeca derecha y la llevó al salón donde su frente dio a parar en la vitrina de cristal cortándole la cara. La tiró de medio cuerpo en la mesa y le desgarró la camisa, le bajó el pantalón y las bragas y mientras babeaba como un poseso encima de ella, Lucía supo que era su oportunidad. Su rodilla dio en su entrepierna dejándole sin respiración y unos segundos de ventaja, por lo menos para quitárselo de encima y huir. Pero, ¿Hacia dónde? La cara le sangraba y apenas veía bien con un ojo por el puñetazo que le propinó anteriormente.
Paco se repuso hábil del rodillazo de su mujer y cogió el cuchillo que estaba encima de la mesa. Fue lentamente hacia ella que nuevamente estaba en la cocina, a Lucía le temblaban hasta las bragas, cogió la botella de whisky y la partió por la mitad en la mesa de la encimera.
- Jajaja, la gatita tiene un juguete, jajaja. Te vas a enterar hija de puta, vas a pagar caro todo el numerito que estás montando. Suelta la botella ahora mismo si no quieres cavar tu propia fosa. ¡Suelta la botella Lucía!
Y la envistió como una bestia con el cuchillo en la mano, pero Lucía le esquivó y con un trozo de cristal de la botella le rajó la cara. Paco se paró para tocarse el cachete y chupar la sangre de la herida, ella le golpeó en la mano que tenía el cuchillo y le clavó la botella debajo del abdomen. Un silencio se produjo en la cocina.
- ¿Crees que con esto me vas a matar? ¿Crees que esto es suficiente para acabar conmigo?- Dijo Paco mientras intentaba andar hacia ella y quitarse la botella que tenía clavada.- El primer intento le resulto imposible, pero lo consiguió al segundo. Con el casco de la botella en la mano derecha y con la izquierda taponándose la herida, salió corriendo hacia su mujer, pero a mitad de camino cayó de rodillas en el suelo.
Lucía cogió las llaves y salió corriendo de su casa dejando que se desangrara en el salón.
Actualmente Lucía se encuentra en prisión por homicidio, ya que nunca había denunciado a su marido.
NO A LA VIOLENCIA DE GÉNERO.
Para mí, continuamente es invierno. Un invierno crudo, duro y frío invierno, lleno de tempestades, tristeza y amargura.
Mi vida empezó a ser así cuando conocí a Paco. De eso hace ya cuatro años, cuatro años eternos. Cuando nos conocimos todo eran atenciones, cariños, buenos modales y palabras, susurros al oído y besos llenos de amor y de pasión. Actualmente me pega brutales palizas de las que cada vez me cuesta más salir con vida.
Me siento muy pequeña y frágil al lado de mi marido, pero sé perfectamente que el que se siente pequeño e indefenso es él. Tengo tanto miedo de los rumores, de que alguien pueda llamarle la atención por mis moratones, que ya ni salgo de casa. Lo justo para hacer la compra y poco más.
Y sí, sé que la vida es bella, se que la vida está llena de momentos maravillosos, lo sé porque una vez viví esa vida, pero ahora me parecen tan lejanos esos momentos, que apenas los recuerdo.
Una noche, mientras lloraba en el cuarto de baño desnuda, golpeada y violada por mi marido, cogí una cuchilla y estaba dispuesta a quitarme la vida, cuando caí en la cuenta de que yo no quería morir, yo quería vivir, vivir la vida, pero lejos de Paco, quería una vida normal, la vida que puede llevar una mujer normal fuera del maltrato físico y psicológico. Quería ser una mujer libre y encontré una solución.
Al día siguiente, busqué una conexión a Internet, mi salida empezaba por ahí, tenía que buscar un método para acabar con todo esto y la clave estaba en la red, al menos era el único lugar dónde yo pensaba que podría hallarla. No iba a ser fácil salir de todo esto, pero me había llenado de coraje suficiente. No estaba dispuesta a aguantar más humillaciones por su parte, ni una paliza más, ni más huesos fracturados, ni más moratones en mi piel.
Buscando buscando, encontré mi solución a un alto precio, que no me podía permitir pagar por ninguno de los lados. Paco no me permitía trabajar y no disponía de dinero propio, o al menos no del que necesitaba para pagar aquel veneno que prometía la muerte de una persona en treinta días. Tuve que hacer un trabajo sucio del que no me siento muy orgullosa con el pakistaní de la tienda, para que aceptara el paquete con el veneno en su tienda, ya que no podía dejar que me lo enviasen a casa. Pero nada me iba a impedir mi libertad. Costase lo que costase.
Tras unos días llegó el frasco de 20ml, inodoro, incoloro e insípido, una sola gota en cada comida, tres veces al día, pero Paco apenas comía, sólo bebía… 1 gota en cada bebida pensé.
Aquella misma noche, mientras con una mano me desgarraba el útero con sus largas y sucias uñas, le dije que le había comprado un whisky de importación. Me dejó el coño tranquilo y me ordenó que se lo trajese. Me levante y fui a la cocina, le preparé uno bien cargado y me saqué del delantal mi preciado frasquito, esperaba que no supiese a nada y como no había ido a comer por la mañana, pensé en echar un par de gotas. En ese momento, Paco abrió la puerta de la cocina y me vio echándole la gota en el vaso.
- ¿Qué estás haciendo Lucía? ¿Qué es ese frasquito y esas gotitas que le estás echando a mi whisky? ¿Qué quieres envenenarme? ¿Quieres matar a tu marido? ¿Crees que soy estúpido? ¿Desde cuando me compras el whisky? Mujer estúpida, yo, que me parto la espalda trabajando para ti, para que podamos tener una casa juntos, una vida feliz…
- ¡Pero es que yo no soy feliz Paco, no soy feliz a tu lado! ¡Cómo voy a ser feliz con alguien como tú! ¡Bestia!
- ¿Bestia? – Y le pegó un guantazo a su mujer con los nudillos que la estrelló en la pared.- Vuelve a repetir que soy una bestia, verás de lo que es capaz de hacer este animal. Dame ese frasco que tienes ahí.
- No Paco, déjame, no te lo voy a dar. ¡Dejame tranquila!
Paco la cogió por el pelo y le susurró su muerte al oído: -Estoy harto de ti puerca, quieres matar a tu marido, pero antes te quitaré yo la vida, nadie y menos tú va acabar conmigo.
Esta vez Lucía tenía claro que si no se enfrentaba a Paco, jamás iba a ser feliz, su vida acabaría hoy y su plan había terminado nada más empezar.
Paco, estrelló la cabeza de su mujer en la pared y de un puñetazo la mando al duro suelo de la cocina, Lucía luchó por ponerse en pie, la cogió de la muñeca derecha y la llevó al salón donde su frente dio a parar en la vitrina de cristal cortándole la cara. La tiró de medio cuerpo en la mesa y le desgarró la camisa, le bajó el pantalón y las bragas y mientras babeaba como un poseso encima de ella, Lucía supo que era su oportunidad. Su rodilla dio en su entrepierna dejándole sin respiración y unos segundos de ventaja, por lo menos para quitárselo de encima y huir. Pero, ¿Hacia dónde? La cara le sangraba y apenas veía bien con un ojo por el puñetazo que le propinó anteriormente.
Paco se repuso hábil del rodillazo de su mujer y cogió el cuchillo que estaba encima de la mesa. Fue lentamente hacia ella que nuevamente estaba en la cocina, a Lucía le temblaban hasta las bragas, cogió la botella de whisky y la partió por la mitad en la mesa de la encimera.
- Jajaja, la gatita tiene un juguete, jajaja. Te vas a enterar hija de puta, vas a pagar caro todo el numerito que estás montando. Suelta la botella ahora mismo si no quieres cavar tu propia fosa. ¡Suelta la botella Lucía!
Y la envistió como una bestia con el cuchillo en la mano, pero Lucía le esquivó y con un trozo de cristal de la botella le rajó la cara. Paco se paró para tocarse el cachete y chupar la sangre de la herida, ella le golpeó en la mano que tenía el cuchillo y le clavó la botella debajo del abdomen. Un silencio se produjo en la cocina.
- ¿Crees que con esto me vas a matar? ¿Crees que esto es suficiente para acabar conmigo?- Dijo Paco mientras intentaba andar hacia ella y quitarse la botella que tenía clavada.- El primer intento le resulto imposible, pero lo consiguió al segundo. Con el casco de la botella en la mano derecha y con la izquierda taponándose la herida, salió corriendo hacia su mujer, pero a mitad de camino cayó de rodillas en el suelo.
Lucía cogió las llaves y salió corriendo de su casa dejando que se desangrara en el salón.
Actualmente Lucía se encuentra en prisión por homicidio, ya que nunca había denunciado a su marido.
NO A LA VIOLENCIA DE GÉNERO.
2 comentarios:
Hola Angela
Ese es el mayor problema que hay hoy en dia , que hay mujeres que aguantan y tienen miedo. Cuando hay malos tratos hay que denunciarlos ya que ese miedo puede ser tu prisión.
buen relato . Un beso
Miguel: Pues si, tienes mucha razón en lo que dices. Aunque tambien hay hombres que se encuentran en esat situación y por su Ego no lo denuncia.
Tanto los hombres como las mujeres tenemos el mismo problema.
Un beso!!
Publicar un comentario