
Si me das cinco minutos te hago cambiar de opinión y te explico porque deberías quedarte aquí conmigo en lugar de levantarte e irte.
Tú sólo no te vayas todavía. No te levantes de la cama. ¿Qué tienes que hacer con tanta urgencia? No tengas tanta prisa por marchar, que yo aún tengo muchas ganas de estar contigo, de tocarte el pelo, acariciarte el cuello, besar tus labios, susurrarte al oído, que esta noche que hemos pasado juntos me ha sabido a poco. No, no te levantes todavía, no te vayas corazón.
En el momento en que uno sólo de los dedos de tus pies roce el suelo, te pondrás en contacto con el mundo y toda esta noche pasará a ser un recuerdo. No dejes que eso suceda con nosotros, llevamos muy poco tiempo juntos y tengo que explorar y conocer muchas cosas de ti, de tu alma, de tu persona, de tu sexo. No nos conviertas en recuerdo tan pronto. Ven aquí, quédate un poco más, abrázame, enrédate conmigo, bésame, súbeme, hazme bullir, hazme delirar contigo, crea mi fiebre.
Sólo son las nueve de la mañana de un día gris de lluvia intensa, eso nos da aún dos o tres horas más de compañía, de sueños por explicar, de secretos por contar, de cosas que no te he dicho, que si te marchas se quedarán en mi, haciendo pasadizos subterráneos que carcomerán mi alma sin descanso. Además por los tres dedos que dejamos ayer entrever por la persiana, entra la claridad suficiente para confirmar que el día es gris oscuro, opaco y sin brillo, un gris pesado y espeso y si quieres, aquí, desde la cama podemos pintarlo de colores. Tú y yo tenemos el secreto de todos los colores, todas las gamas y tonalidades, que existen y por existir. ¿Qué te parece si al cielo le ponemos el color de los sueños? tal vez un rosa pastel, o le ponemos del color de la hierba fresca, no no, mejor aún, el color del rocío de la mañana, ese celeste casi blanquecino, o de un rojo burdeos, como el color de tus labios, como el calor de tu espíritu.
Amor, me has robado el alma, el corazón y mi ser por completo y te lo quieres llevar contigo bajo el brazo, paseándolo por la ciudad como quién lleva el periódico o una agenda de teléfonos. No me parece justo, pero con todo y eso, te la quieres llevar dejándome así como un cuerpo vacío, envenéname con uno más de tus besos y lárgate.
Y ahora que ya han terminado mis cinco minutos para hacerte cambiar de opinión, ¿Te vas o te quedas?
Tú sólo no te vayas todavía. No te levantes de la cama. ¿Qué tienes que hacer con tanta urgencia? No tengas tanta prisa por marchar, que yo aún tengo muchas ganas de estar contigo, de tocarte el pelo, acariciarte el cuello, besar tus labios, susurrarte al oído, que esta noche que hemos pasado juntos me ha sabido a poco. No, no te levantes todavía, no te vayas corazón.
En el momento en que uno sólo de los dedos de tus pies roce el suelo, te pondrás en contacto con el mundo y toda esta noche pasará a ser un recuerdo. No dejes que eso suceda con nosotros, llevamos muy poco tiempo juntos y tengo que explorar y conocer muchas cosas de ti, de tu alma, de tu persona, de tu sexo. No nos conviertas en recuerdo tan pronto. Ven aquí, quédate un poco más, abrázame, enrédate conmigo, bésame, súbeme, hazme bullir, hazme delirar contigo, crea mi fiebre.
Sólo son las nueve de la mañana de un día gris de lluvia intensa, eso nos da aún dos o tres horas más de compañía, de sueños por explicar, de secretos por contar, de cosas que no te he dicho, que si te marchas se quedarán en mi, haciendo pasadizos subterráneos que carcomerán mi alma sin descanso. Además por los tres dedos que dejamos ayer entrever por la persiana, entra la claridad suficiente para confirmar que el día es gris oscuro, opaco y sin brillo, un gris pesado y espeso y si quieres, aquí, desde la cama podemos pintarlo de colores. Tú y yo tenemos el secreto de todos los colores, todas las gamas y tonalidades, que existen y por existir. ¿Qué te parece si al cielo le ponemos el color de los sueños? tal vez un rosa pastel, o le ponemos del color de la hierba fresca, no no, mejor aún, el color del rocío de la mañana, ese celeste casi blanquecino, o de un rojo burdeos, como el color de tus labios, como el calor de tu espíritu.
Amor, me has robado el alma, el corazón y mi ser por completo y te lo quieres llevar contigo bajo el brazo, paseándolo por la ciudad como quién lleva el periódico o una agenda de teléfonos. No me parece justo, pero con todo y eso, te la quieres llevar dejándome así como un cuerpo vacío, envenéname con uno más de tus besos y lárgate.
Y ahora que ya han terminado mis cinco minutos para hacerte cambiar de opinión, ¿Te vas o te quedas?
3 comentarios:
angela , no te preocupes que no me voy yo me quedo ,
A veces me repito con los comentarios , pero es que me quedo sin palabras para describirlos .
Es un relato genial , ojala todas las mañanas fueran asi. Les das vida a tus relatos y haces que te envuelvan las palabras en la escena .
Esta chapó , me ha encantado ,
un besote
El amor que se consume a esas horas del desyuno requiere toda la paciencia necesaria para digerirlo con dulzura y sin huídas. De lo contrario se nos pierden los estímulos entre el asfalto.
Vino y besos.
MIGUEL: Bueno parece que las mil y una excusas o argumentos que se inventa el personaje para que su amor no se vaya han echo mella en ti. TU, te quedas.
Un besito.
MANOLO: Yo no lo hubiese dicho mejor. A mi es que los desayunos me encantan, y los almuerzos, y las meriendas....
Gracias por sugerir mi blog eh!! que lo he visto!!
VINO, VERSOS y BESOS
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